| Jueves, 29 de enero de 2009 |
Pese a las críticas que se han hecho contra el clero católico, que prohíbe el ingreso al Seminario Palafoxiano a aspirantes que son portadores del VIH, el vocero de la arquidiócesis de Puebla, Eugenio Lira, dijo que esa norma seguirá vigente, y se justificó señalando que un seropositivo no es una persona apta para ejercer el sacerdocio.
Lo grave de esta situación no solamente es la actitud discriminatoria del arzobispado de Puebla, encabezado por Rosendo Huesca y Pacheco, sino la actitud complaciente del gobierno federal, que tiene la obligación de sancionar a la iglesia católica por violar la legislación que se creó para castigar la discriminación en el país, y no lo hace por temor a la reacción de los obispos.
El asunto del Seminario Palafoxiano no es un hecho aislado. El clero católico está buscando, desde que el PAN llegó a la presidencia, presionar a las autoridades federales para que éstas les permitan a los prelados de dicho culto incidir en la toma de decisiones que únicamente corresponde a los órganos del Estado mexicano. A eso se debe que desde hace varios meses se ha cuestionado en medios de comunicación católicos la laicidad de las instituciones públicas del país.
La actitud asumida por el presidente Felipe Calderón Hinojosa en la apertura del Encuentro Mundial de las Familias, acto que recientemente organizó el Vaticano, es una clara muestra de que la iglesia católica busca estrechar su alianza con el PAN para que los cardenales y obispos impongan su forma de pensar en todos los ámbitos de la vida pública de la nación. Esa actitud es peligrosa, y si sigue avanzando pondrá en riesgo la libertad religiosa de los mexicanos.
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