sábado, 15 de noviembre de 2008

Revés a lo movido del Yunque en Tlaxcala

. sábado, 15 de noviembre de 2008

11.11.2008



Las autoridades de Tlaxcala tienen la obligación de responder al delicado señalamiento de la secretaria general del PRI, Blanca Águila Lima, para quien la persecución de su amigo, el obispo de la Iglesia Evangélica Misionera, Juventino Marquecho Salazar, obedece a la fobia desatada de panistas instalados en el mismo Yunque.


Tras un escándalo legal ocasionado por denuncias documentadas de acoso sexual y actos de pederastia, Marquecho quedó al desamparo, porque al estudiar el expediente la Secretaría de Gobernación determinó que su separación sería lo más conveniente.


Pero según Blanca Águila Lima, dirigente del tricolor y al mismo tiempo miembro destacado de dicha iglesia, en plenos alegatos sobre la presunta culpabilidad del religioso se dio la presencia de un personaje que pretendió chantajearla para detener los apetitos de linchamiento contra el monstruoso –así lo veían- ministro evangélico.


Es de mencionar el manifiesto dolor de la comunidad evangélica, golpeada donde más le afectó, es decir en la persona de quien por años se mantuvo como su líder espiritual, con éxitos fuera de serie en celebración de ritos con carácter curativo.


Ya se fue del estado, reveló el secretario de gobierno, Sergio González Hernández, (al opinar sobre Marquecho) en una declaración a quien esto escribe que, hoy comprendo llevaba dosis de agresión de tipo religioso.


Fue el clásico “mátenlos en caliente”. Pero tal actitud sirvió para alentar la fe en esa comunidad de cristianos.


Entones dieron paso a las misas clandestinas en Teolocholco, en el patio de un domicilio particular, donde la incomodidad –comparado con su catedral de Xalcatzinco- comenzó a formar parte de los sacrificios, que no estorban ala práctica de alguna creencia.


Si el prelado es responsable de actos de pederastia, eso lo tiene que determinar la autoridad del ministerio público, porque un linchamiento con el concurso de los funcionarios dejaría sembrada la duda respecto al un real ejercicio persecutorio en contra de alguien que no está integrado al gran porcentaje, superior a las noventa unidades de la población que profesa la religión católica.


Para los masones en el gobierno este debe ser un asunto de ética. Y para los panistas en el ejercico de actitudes recalcitrantes, la oportunidad de verse en el espejo de lo injusto a consecuencia de la pasión que pudiera despertarles la cruz en la derecha y el acero en la izquierda.


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