Sábado 18 de Diciembre del 2010
Felipe Calderón, apoyado por los oligopolios empresariales y mediáticos y por las mafias políticas del PRI y del PAN, se robó las elecciones de 2006.
Pudo Calderón impedir, a la mala, que Andrés Manuel López Obrador llegara al poder. Pero no logró, a pesar de un antidemocrático cerco mediático, callar las protestas de la izquierda, que fueron escuchadas por toda la población mexicana y apoyadas por millones de ciudadanos.
Calderón tomó posesión de su actual cargo entrando a la Cámara de Diputados por la puerta trasera. Literalmente. Una vergüenza para el país.
Durante unas semanas le funcionó la estrategia. La derecha lo aplaudió y por momentos parecía que todo le iba a salir bien a Calderón.
Pero pronto la realidad de una guerra perdida y cruenta como pocas puso a Calderón en su lugar: su estrategia no solo no funcionó, sino que metió al país en la peor crisis que se recuerde.
Hoy, más de 30 mil asesinados después no hay duda del fracaso de Calderón.
El gobierno de Calderón será recordado por los coches bomba en Monterrey, las activistas como Marisela Escobedo Ortiz ejecutadas, los jueces aterrorizados que dejen en libertad a los asesinos, los dramáticos combates en Michoacán, las cárceles de las que escapan como si nada cientos de sicarios, los levantados en los centros de esparcimiento nocturno de los principales destinos turísticos mexicanos...
¿Ya lo habrán entendido los empresarios que tanto han apoyado a Calderón como Carlos Slim, de Telmex; Lorenzo Zambrano, de Cemex; José Antonio Fernández, de Femsa; Alberto Bailleres, de Bal; Lorenzo Servitje, de Bimbo; Roberto González Barrera, de Maseca y Banorte; Emilio Azcárraga, de Televisa; Ricardo Salinas Pliego, de TV Azreca?
No, no han entendido nada. Lo prueba el hecho de lo entusiasmados que están con Enrique Peña Nieto, del PRI, y la forma en que trabajan para impedir, otra vez, que el movimiento social de López Obrador llegue al poder.
La buena noticia para esos empresarios, muchos de los cuales por miedo ya no residen en México, es que, lo quieran o no, AMLO con el voto de millones de ciudadanos llegará en 2012 a la Presidencia, gobernará con sensatez, creará condiciones para que los negocios florezcan y hará posible, con programas de desarrollo social, que la paz regrese a México, lo que a ellos, que tanto combaten hoy al Peje, les dará tranquilidad para volver a disfrutar de las maravillas de un país del que, lo admitan o no, han huido.
Porque, es un hecho, todos los mexicanos que tienen recursos para estar más tiempo fuera que dentro de México, solo como excepción y nada más para tapar el ojo al macho se aparecen por aquí. Ellos, es la verdad, desde Estados Unidos o Europa dirigen sus negocios. Viven en el exilio, sí. Y todo porque un mediano político que se robó las elecciones quiso legitimarse echando balazos a tontas y a locas a lo largo y ancho del territorio nacional.
Pudo Calderón impedir, a la mala, que Andrés Manuel López Obrador llegara al poder. Pero no logró, a pesar de un antidemocrático cerco mediático, callar las protestas de la izquierda, que fueron escuchadas por toda la población mexicana y apoyadas por millones de ciudadanos.
Calderón tomó posesión de su actual cargo entrando a la Cámara de Diputados por la puerta trasera. Literalmente. Una vergüenza para el país.
Cuando empezó a gobernar, con certeza asesorado por expertos en opinión pública, buscó la legitimidad que las urnas de votaciones no le dieron declarando la guerra a las mafias del narcotráfico.
Durante unas semanas le funcionó la estrategia. La derecha lo aplaudió y por momentos parecía que todo le iba a salir bien a Calderón.
Pero pronto la realidad de una guerra perdida y cruenta como pocas puso a Calderón en su lugar: su estrategia no solo no funcionó, sino que metió al país en la peor crisis que se recuerde.
Hoy, más de 30 mil asesinados después no hay duda del fracaso de Calderón.
El gobierno de Calderón será recordado por los coches bomba en Monterrey, las activistas como Marisela Escobedo Ortiz ejecutadas, los jueces aterrorizados que dejen en libertad a los asesinos, los dramáticos combates en Michoacán, las cárceles de las que escapan como si nada cientos de sicarios, los levantados en los centros de esparcimiento nocturno de los principales destinos turísticos mexicanos...
¿Ya lo habrán entendido los empresarios que tanto han apoyado a Calderón como Carlos Slim, de Telmex; Lorenzo Zambrano, de Cemex; José Antonio Fernández, de Femsa; Alberto Bailleres, de Bal; Lorenzo Servitje, de Bimbo; Roberto González Barrera, de Maseca y Banorte; Emilio Azcárraga, de Televisa; Ricardo Salinas Pliego, de TV Azreca?
No, no han entendido nada. Lo prueba el hecho de lo entusiasmados que están con Enrique Peña Nieto, del PRI, y la forma en que trabajan para impedir, otra vez, que el movimiento social de López Obrador llegue al poder.
La buena noticia para esos empresarios, muchos de los cuales por miedo ya no residen en México, es que, lo quieran o no, AMLO con el voto de millones de ciudadanos llegará en 2012 a la Presidencia, gobernará con sensatez, creará condiciones para que los negocios florezcan y hará posible, con programas de desarrollo social, que la paz regrese a México, lo que a ellos, que tanto combaten hoy al Peje, les dará tranquilidad para volver a disfrutar de las maravillas de un país del que, lo admitan o no, han huido.
Porque, es un hecho, todos los mexicanos que tienen recursos para estar más tiempo fuera que dentro de México, solo como excepción y nada más para tapar el ojo al macho se aparecen por aquí. Ellos, es la verdad, desde Estados Unidos o Europa dirigen sus negocios. Viven en el exilio, sí. Y todo porque un mediano político que se robó las elecciones quiso legitimarse echando balazos a tontas y a locas a lo largo y ancho del territorio nacional.
Federico Arreola
FUENTE:
http://sdpnoticias.com/redaccion/columna/federico-arreola/2010/12/18/1180940
ESTO QUE HAS VISTO, DIFÚNDELO.....
0 comentarios :
Publicar un comentario