miércoles, 18 de enero de 2012

Estado laico, un estorbo para los intereses del clero

. miércoles, 18 de enero de 2012


Miércoles 18 de enero del 2012

 "La laicidad surge como una necesidad para dar respuesta a sociedades que se descubrían plurales, sobre todo en materia de creencias religiosas". Así explica Roberto Blancarte los orígenes del Estado laico, situando los principios del mismo en los tiempos de la Reforma Protestante, la Revolución francesa y la independencia estadounidense hasta nuestros días.



En el caso específico de nuestro país, el autor antes citado, en su libro "Para entender el Estado laico", señala como el fundador de éste a Benito Juárez, quien buscaría la creación de una República "donde no hubiese 'más que una sola y única autoridad: la autoridad civil del modo que lo determine la voluntad nacional sin religión de Estado'".

En México, por razones legislativas y de control migratorio, antes del Benemérito de las Américas no había más religión que el catolicismo. Al no existir otra opción religiosa, la totalidad de los mexicanos se declaraban católicos, aunque muy pocos entendían los dogmas enseñados por un clero que desdeñó al pueblo y se colocó siempre del lado de los poderosos. 

Le correspondió a Juárez, justamente, promulgar la Ley de Libertad de Cultos, el 4 de diciembre de 1860, siendo ésta "la culminación de una serie de decretos juaristas que rompieron el control político, económico e ideológico de la Iglesia católica". La libertad de cultos posibilitó el establecimiento de otras iglesias en territorio mexicano. Jean-Pierre Bastián, en su libro "Protestantismos y modernidad latinoamericana", señala que "entre 1867 y 1872, unas 50 congregaciones religiosas no católicas se fundaron en la capital y en poblados de las cercanías, así como en el vecino Estado de México, en la región de Zacatecas, al norte; en el puerto de Veracruz, al oriente; e incluso cerca de la frontera con Estados Unidos, en la ciudad de Monterrey y sus aledaños".

La presencia de estos grupos religiosos encolerizó a los clérigos del país, quienes se dedicaron a combatir desde el púlpito a los miembros de estas congregaciones, además de lanzar todo tipo de injurias y anatemas contra éstas. Con frecuencia, los integrantes de estos grupos eran presentados como dignos del mayor desprecio, por el simple hecho de profesar creencias religiosas contrarias a las admitidas como legales.

Sin el apoyo del Estado ni de las constituciones confesionales, la Iglesia católica recurrió a la persecución violenta, impulsada por el deseo de seguir siendo la única en el plano religioso. Lamentablemente, en estados como Chiapas, Oaxaca e Hidalgo, esta intolerancia continúa ocasionando dolor a quienes profesan un credo distinto al católico.

Los esfuerzos clericales tienen también otros propósitos. Luego de la promulgación de la Constitución de 1857, la inconformidad del clero y de su fiel aliado, el partido conservador, ocasionó el estallido de la sangrienta Guerra de Reforma, cuyo objetivo era suprimir todo rastro de la legislación liberal. La promulgación de la Constitución de 1917 tampoco fue del agrado del clero, quien hizo pública su protesta en los siguientes términos: "Ese Código hiere los derechos sacratísimos de la Iglesia Católica, de la sociedad mexicana y los individuales de los cristianos; proclama principios contrarios a la verdad enseñada por Jesucristo, la cual forma el tesoro de la Iglesia y el mejor patrimonio de la humanidad; y arranca de cuajo los pocos derechos que la Constitución de 1857..." (El Universal, 24 de febrero de 1917).

Aún en nuestro tiempo, algunos grupos vinculados al catolicismo consideran los artículos constitucionales donde se cimienta el Estado laico como contrarios a la Iglesia católica; proclaman que urge la revisión y modificación de los mismos. Para estos grupos, el Estado laico representa un verdadero estorbo para los intereses clericales; de ahí su lucha por lograr las reformas que coloquen a la Iglesia romana en una posición de privilegio.

En 1964, uno de estos grupos se atrevió a calificar al Estado laico como un régimen legal de persecución a la Iglesia católica. La opinión de estos grupos no ha cambiado con el paso de los años, por ello insisten en reformas como la del artículo 24 constitucional, que incorpora el término "libertad religiosa", con el propósito de ser empleado para satisfacer las exigencias clericales. Por ello, con mayor firmeza que nunca, digamos no a la reforma del artículo 24 constitucional.

Twitter: @armayacastro

FUENTE:
http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n2389317.htm

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