Lunes 8 de Noviembre del 2010
Cuando el Gobierno de la II República abordaba los compromisos para legislar para la transformación social y modernización que había emprendido , Azaña mantenía que el llamado problema religioso era en realidad un problema político . Consistía -sencillamente- en debatir y legislar , desde la soberanía del Parlamento- para hacer efectiva la implantación del laicismo del Estado con todas sus consecuencias.
La historia y el tiempo nos ha demostrado que aquella obligación de legislar en favor de un Estado laico, donde el problema religioso no excediera de los límites de las conciencias individuales , respetando la libertad de creencias pero garantizando la separación de la Iglesia y el Estado. Ni fue sencilla en el aquel momento, ni lo es hoy después de más de 30 años de democracia y con un estado-supuestamente- aconfesional .
La reciente visita del mandatario de la Iglesia Católica Beneticto XVI a nuestro país y sus declaraciones contra el laicismo vuelven a poner de manifiesto las resistencias.La actitud de la Jerarquía Católica sigue siendo beligerante y con pretensiones de mantener en nuestro país una hegemonía a base de la confrontación sistemática con las normas, las leyes , las actuaciones o con la presión para mantener no sólo privilegios sino también su presencia relevante en los servicios públicos del estado - como la educación u otros servicios sociales – financiados con presupuestos públicos y de gran tracendencia para el interés colectivo.
Por esto en lugar de tanta cesión o de rendir pleitesía el Gobierno tiene la obligación -efectivamente – de hablar con la Iglesia Católica . Para poner fin a las presiones e injerencias de la Iglesia con respecto a leyes aprobadas en el Parlamento , para exigirle firmeza y responsabilidad en los delitos de pederastia o para condenar sus actuaciones y sus silencios en relación a los crímenes del franquismo.
Y aunque el gobierno ha aparcado la ley de libertad religiosa -en una nueva cesión a los de siempre- el debate hace tiempo que ya está en la calle. Sobre la separación de la Iglesia y el Estado , sobre la necesidad de superar el modelo aconfesional (totalmente subsidiario del Concordato.) por uno de fundamentación laica de verdad o el de eliminar por ley los Concordatos . Se cuestionan claramente acuerdos que obligan a conceder privilegios en la financiación , permiten la opacidad en los bienes y finanzas de la Iglesia , permiten una activísima participación en los sevicios públicos y condicionan el carácter laico de la Educación Pública con la impartición de la religión en la escuela.
Por todo esto seguramente Benedicto XVI hace estas declaraciones , de presión y confrontación en una ofensiva para mantener el “estatus” de privilegio económico y de conductor de nuestras conciencias . Aunque en una cosa tiene razón: Existe una creciente conciencia laica. En lo que se equivoca es en su intento de estigmatizarla porque los tiempos de “brazos seculares y de nacionalcatolicismo ” pasaron definitivamente , sin que la Iglesia Católica haya encontrado un momento para dar explicaciones de su papel durante la Dictadura .
FUENTE:
http://www.ines-sabanes.net/?p=4477
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