El Yunque se tardó pero por fin llegó al poder en Puebla

jueves 17 de febrero del 2011

Para su toma de posesión el panista Eduardo Rivera Pérez no eligió la clásica corbata azul. Tampoco lo hizo su cofradía. El nuevo alcalde vistió de riguroso traje negro, camisa blanca y corbata roja. Los colores emblemáticos de la organización ultraderechista El Yunque: “Blanco, por la pureza de los ideales; negro, por el luto de los mártires, y rojo, por la sangre que estamos dispuestos a derramar”, según su lema.

Con el acto protocolario, Rivera Pérez inicia el camino trazado por la organización: Se inició la instauración de la “Ciudad de Dios conforme al Evangelio”… al menos en Puebla.

El alcalde eligió a La Familia, como el eje fundamental de su gobierno y se mostró confiado en que con la “infinita” ayuda de Dios -y de los ciudadanos- sacará adelante los proyectos de su gobierno.

En los hechos, Lalo Rivera mostró un gobierno azul intenso, puesto que no cedió ni un espacio a los demás partidos que conformaron la megacoalición opositora.

Sus principios ideológicos lo impedían, el objetivo de creación de La Organización fue precisamente la lucha contra la izquierda y los “comunistas”, hoy pintados de naranjas, amarillos y azul tenue, quienes no aparecen ni en los mandos medios del gabinete municipal.

A diferencia de lo ocurrido en la toma de posesión de Rafael Moreno Valle, nunca se pudo constatar el verdadero calibre del poder de convocatoria de Eduardo Rivera, pues inexplicablemente las invitaciones no tenían lugar asignado por lo que lo mismo se pudo ver a un -muy serio- Enrique Agüera sentado en la tercera fila, que a un expresidente municipal como Marco Antonio Rojas Flores perdido en alguna silla en gayola.

Los invitados especiales ocuparon los pocos asientos que quedaban en las primeras filas, como la diputada Denisse Ortiz -la “cuñada incómoda”- que se conformó con un asiento en la segunda fila que le fue cedido por algún caballero.

Otros, como Enrique Doger Guerrero optaron por abandonar el lugar “por dignidad” luego de que no había un asiento que le pudieran asignar entre las pocas personalidades que llegaron al Centro de Convenciones.

Hubo pocas figuras nacionales. Josefina Vázquez Mota, la coordinadora de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, llegó a felicitar a Rivera y ya no se quedó al acto por cuestiones de agenda. También acudieron el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón; y el líder nacional del PAN, Gustavo Madero. De ahí en fuera sólo personajes locales entre senadores, diputados federales y locales, dos funcionarios estatales y los dirigentes de los partidos PAN, Panal, Verde Ecologista, Convergencia y el PRD.

Eso sí, todos perdidos entre cientos de desconocidos. Realmente mostró muy poco de lo que se esperaba y lo que se había adelantado en algunas columnas.

Si la medida de un gobierno es su discurso, entonces el que encabeza desde ayer Eduardo Rivera será de muy poco impacto y escasos resultados, pues en su discurso inicial el alcalde anunció como uno de sus “ambiciosos proyectos” en conjunto con el gobierno estatal la rehabilitación de la unidad habitacional Mateo de Regil, que seguramente en el lugar, nadie sabía ni siquiera en qué zona del municipio se ubica.

También evidenció que con las matemáticas bien aplicadas, podrá hacer el milagro de la “multiplicación de las obras”, ya que anunció la pavimentación y rehabilitación de 176 kilómetros, que equivalen a más de 700 calles, pero no dijo si todas serán nuevas como en lo prometió en campaña.

En el discurso, por supuesto, no podían faltar los lugares comunes como el combate frontal a la corrupción, aunque aderezado con la ideología ultraderechista, pues dijo que no se “perdonará la traición a Puebla” y que tampoco habrá “segundas oportunidades”, tal y como lo dicta El Yunque.

No hubo sorpresas, sólo lugares comunes, promesas de mucha obra pero nada sobre de dónde se tendrán los recursos y mucho menos trazó o anunció algún megaproyecto.

Rafael Moreno Valle no dejó todo el protagonismo a Lalo Rivera y saltó a la palestra para hablar de los proyectos de gobierno, de la visita de Felipe Calderón Hinojosa y las acciones emprendidas en los primeros días de su gobierno.

Además asumió el papel de anfitrión al dar la bienvenida al dirigente nacional panista, a los dirigentes estatales de la megacoalición y del PRI.

En total su discurso duró casi una hora y, por supuesto, en el aplausómetro terminaron empatados.

Lalo Rivera pidió apoyo del gobernador y le prometió su apoyo eterno: “Tenga la certeza de que usted cuenta con Puebla como nosotros tenemos la certeza de que contamos con usted. Yo sé que usted y su gobierno van a hacer historia, le aseguro que caminando con firmeza y de la mano con los ciudadanos vamos a hacer historia juntos”.

Para remozar su toma de posesión, Rivera Pérez revivió al líder de la 28 de Octubre, “Simitrio Sampazquelli”, quien fue encarcelado por Mariano Piña Olaya y exiliado del estado por Manuel Bartlett. Ayer, después de 22 años de estar alejado de los actos públicos y políticos, reapareció del brazo de un funcionario panista.

Finalmente la ultraderecha logró uno de sus más ansiados sueños: tener el gobierno de la que por mucho tiempo fue considerada “La joya de la Corona”: la capital poblana. La cuna del Yunque, de los movimientos religiosos contra los “rojillos” y que ya en dos ocasiones estuvo a punto de controlar a través de Gabriel Hinojosa y Luis Paredes Moctezuma, los rebeldes que desobedecieron y fueron expulsados y desterrados.

Parafraseando a Julio Scherer en el prólogo del libro El Yunque -del magnífico periodista Álvaro Delgado- este 15 de febrero “los militantes de la ultraderecha, viejos y jóvenes, se habrán felicitado con el estilo de las familias del priismo: nos tardamos, pero por fin, hemos llegado al poder”.


Fuente:
http://www.pueblaonline.com.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=9543:el-yunque-se-tard%C3%B3-pero-por-fin-lleg%C3%B3-al-poder-en-puebla

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