Jueves 19 de Marzo, 2009
Ángel Viveros Opinión
Resulta peligroso para el país el conflicto entre la clase castrense por la intromisión de la jerarquía católica, cuyo epílogo puede ser la división de las Fuerzas Armadas. Alguna mano poderosa debe estar atrás para dejarlo correr. En el antagonismo se descubren tres tendencias de poder: generales; iglesia y narcos, Yunque y cristeros.
Fue el domingo pasado cuando sonó la alarma. Un grupo de personas protestó fuera de la Catedral contra la pretensión del Episcopado Mexicano para que Roma acepte, lo hecho en 35 países, la creación de obispado castrense. El hecho es relevante, pues sin motivo aparente surge la protesta de un asunto que se viene ventilando años atrás, pero ha provocado pugna entre los altos mandos del Ejército. Unos apoyan el proyecto, otros lo reprueban. En tanto El Yunque busca renacer la época de los cristeros y la jerarquía católica acercarse al Ejército por las narcolimosnas.
Después de que en 1992 la "Cámara de la Amistad" abrió el 130 constitucional para reabrir las páginas de Torquemada y La Divina Comedia, la jerarquía católica no ha quitado el dedo del renglón de ir más allá de la doctrina del crucificado y de las estrechas paredes de una Iglesia que pierde credibilidad, para ingresar abiertamente en política. Ahora da un paso más en busca de aliarse al Ejército Mexicano, entre otras cosas por la relación estrecha entre Iglesia-narcos como lo aceptan diversos sacerdotes como José Raúl Soto, de la Universidad Pontifica de México, que señaló "aquí en la basílica de Guadalupe los narcotraficantes son muy generosos". Los ejemplos abundan.
Son los grupos ultra conservadores los que están moviéndose en todas direcciones para lograr el control del gobierno y la Iglesia como punta de lanza. Ya Álvaro Delgado en su libro El Yunque, narra la Operación Prometeo que incluía a jóvenes al Colegio Militar, que junto con los Cruzados de Cristo Rey, su objetivo era nueva cruzada cristera comenzando con la evangelización castrense a fin de acabar con el laicismo, y la permanencia indefinida de la ultraderecha en el poder.
La penetración ha dado resultado. Ahí esta la iglesia Cristo de La Paz, a un lado del campo Militar Número Uno, levantada por los mencionados cruzados donde se hace gala de insignias castrenses y la inclusión de una sexta estrella a las cinco reglamentarias, significando "general de generales" a Jesús.
Es tal la beligerancia que han aparecido análisis de cómo el Ejército abraza la Iglesia. Estas notas obligaron a generales en activo y retirados como Samuel Lara Villa, quien asegura que la milicia no abraza a la Iglesia y censura a militares que permiten semejante acción. Para este militar es oprobio, traicionan los ideales de los auténticos soldados del pueblo, la clase humilde que logró la independencia e instauró la Reforma y la Constitución de 1917.
De acuerdo con Samuel Lara, la agrupación de militares mandó dos cartas —4 de mayo de 2004 y 25 de agosto de 2006— al entonces secretario de la Defensa, Clemente Vega García donde le hicieron saber que el Ejército es defensor del laicismo, esencia de sus aspiraciones libertarias, y los generales de esa casta infiltrados por Vicente Fox y reeditados actualmente traicionan los principios más elevados del Ejército.
La tensión hacia el interior de las filas del Ejército aun cuando no es perceptible, es evidente con la manifestación en Catedral y las misivas mencionadas. Pero no se vale que sea la jerarquía católica la que la provoque con fines político-económicos de reducido grupo en pos del becerro de oro, la más adorable de las divinidades de los hombres de empresa yunquistas e Iglesia. Habrá que tener mucho cuidado de estos redentores.
CLERO Y LOZ NAZIS
Dictador Franco con representantes del Clero
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