Martez 10 de Marzo, 2009. IRLANDA
ANTECEDENTE. EL OBISPO IRLANDES COMISKEY, DESPLAZADO EN 2002.
Un pueblo fervientemente católico, tanto que su propia identidad se cruza con la historia de la evangelización de Irlanda, ha sufrido en las últimas décadas el castigo de una serie de escándalos que minaron profundamente el prestigio de la Iglesia.
El hito que destapó los horrores de los abusos fue el "Informe Fern", llamado también "el libro negro" del catolicismo irlandés. Una comisión gubernamental investigó durante tres años y produjo 270 páginas de historias terribles, con datos y testimonios. Mas de un centenar de sacerdotes resultaron involucrados en 40 años de silencios, con más de 350 víctimas. Obispos complacientes cubrían o como máximo transferían a los sacerdotes culpables.
La investigación comenzó en 2002 a raíz de la dimisión de una de las principales figuras de la Iglesia católica irlandesa, el obispo de Ferns, monseñor Brendan Comiskey. El obispo debió renunciar tras la investigación que reveló que no había defendido a las víctimas pese a que sabía de los abusos cometidos por sacerdotes de su parroquia.
Tres años antes se había suicidado el párroco Sean Fortune, acusado de múltiples abusos sexuales. Embestida por las denuncias y acusaciones formales, la Iglesia debió pagar 128 millones de euros en indemnizaciones a las víctimas.
El Papa ha definido estos casos como "crímenes enormes", después de que en EE.UU. estalló el más grande escándalo de abusos sexuales en la historia de la Iglesia universal. En junio de 2002 la Conferencia Episcopal norteamericana nombró una comisión independiente para indagar los casos.
El centro del escándalo fue la arquidiócesis de Boston, con cientos de denuncias. También en la arquidiócesis de Los Angeles hubo 508 casos de abusos y en Chicago hubo 250 chicos abusados. El acuerdo de pago permitió evitar la cárcel a los sacerdotes y religiosos culpables. El cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston, acusado de haber tapado los escándalos debió renunciar a su cargo contestado por sus propios fieles y reside hoy en Roma, como archiprete de una de las cuatro basílicas pontificias, protegido por el Vaticano. Varias diócesis norteamericanas han debido pagar cientos de millones de dólares en indemnizaciones ordenadas por la justicia y los procesos judiciales continúan.
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