Lunes 26 de Octubre del 2009 Ciudad del Vaticano.-
"Es difícil decir cuánto durarán. En El Vaticano hablan de un año, al menos, entonces significa un largo tiempo", señaló a la prensa Bernard Fellay, líder de la fraternidad, también llamada "lefebvrista" en referencia a su fundador, Marcel Lefebvre.
El Vaticano inició hoy una serie de reuniones, que podrían durar más de un año, con representantes de la fraternidad católica cismática "San Pio V" de cara a su regreso a la comunión con el Papa.
Según lo anunciado días atrás por el vocero papal, Federico Lombardi, esta mañana se llevó a cabo la primera cita en el Palacio del ex Santo Oficio, sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), a unos pasos de la Basílica de San Pedro.
"Es difícil decir cuánto durarán. En El Vaticano hablan de un año, al menos, entonces significa un largo tiempo", señaló a la prensa Bernard Fellay, líder de la fraternidad, también llamada "lefebvrista" en referencia a su fundador, Marcel Lefebvre.
Representando a la Sede Apostólica toman parte en las conversaciones Guido Pozzo, secretario de la Comisión "Ecclesia Dei" (estructura vaticana dedicada a la relación con los "lefebvristas") y Luis Ladaria Ferrer, secretario de la CDF.
Con ellos Charles Morerod, secretario de la Comisión Teológica Internacional; Fernando Ocariz, vicario general del Opus Dei; y el jesuita Karl Josef Becker.
Mientras, de parte del grupo cismático, participan Alfonso de Galarreta, director del Seminario Nestra Señora Corredentora de La Reja (Argentina) y Benoit de Jorna, director del Seminario San Pío X de Econe, Suiza.
Así como Jean-Michel Gleize, profesor de eclesiología en el seminario de Econe y Patrick de La Rocque, prior del Priorato San Luis de Nantes (Francia).
El objetivo de las pláticas es poner fin al más reciente cisma de la Iglesia romana que se consumó en 1988, cuando el arzobispo francés Marcel Lefebvre ordenó a cuatro obispos de su movimiento sin permiso del Papa.
Desde ese momento el ordenante así como los ordenados y su fraternidad quedaron fuera de la comunión con el pontífice, aunque su visión crítica hacia Roma se remonta al Concilio Vaticano II (1965) y sus consecuencias.
Lefebvre, quien participó de concilio, rechazó sus reformas sobre todo en el ámbito de la liturgia despreciando la introducción de las "lenguas vernáculas" en las ceremonias, es decir el rezo de la misa u otros ritos en los idiomas de cada país y no en latín.
También vio con malos ojos el movimiento ecuménico (la relación institucional con otras iglesias cristianas ortodoxas y protestantes), así como el diálogo interreligioso.
Tras una serie de gestos de acercamiento impulsados por el Papa Benedicto XVI, como el levantamiento de las excomuniones que pesaban sobre los obispos ordenados por Lefebvre en 1988, por primera vez en 20 años ambas partes se han sentado a negociar en una misma mesa.
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