lunes, 31 de agosto de 2009

La Iglesia católica, institución experta "en el arte más depurado del cinismo"

. lunes, 31 de agosto de 2009

Lunes 31 de Agosto del 2009

El caso Marcial Maciel, ejemplo de la hipocresía institucional: Fernando M. González

Sin asumirse comecuras, el historiador presenta su más reciente libro en Tusquets Editores



La iglesia del silencio. De mártires y pederastas, título del nuevo libro del historiadorFoto Cristina Rodríguez


Si bien gran parte de su bibliografía se ha enfocado a revelar o analizar algunos de los más sórdidos pasajes de la historia de la Iglesia católica mexicana, el sicoanalista y sociólogo Fernando M. González está muy lejos de asumirse “un comecuras”.


Incluso, aclara que cuenta con varios amigos sacerdotes, y sostiene que dentro de esa organización existe gente muy honorable, crítica y progresista; aunque, por lo general, precisa, no pertenece a las altas jerarquías.


Menciona como ejemplo que para la elaboración de sus libros ha contado con la colaboración y apoyo de varios clérigos, quienes le han filtrado información e inclusive documentos restringidos de invaluable importancia histórica y jurídica.


Tal es el caso del archivo secreto del Vaticano con el caso del sacerdote Marcial Maciel, acusado de pederastia y toxicomanía, que fue determinante para la elaboración de su libro Marcial Maciel. Los legionarios de Cristo: Testimonios y documentos inéditos, publicado en 2006 por Tusquets Editores.


O también el de su más reciente volumen, La iglesia del silencio. De mártires y pederastas, aparecido bajo esa mismo sello editorial, en el que, además de utilizar otra vez parte de aquel acervo de la Santa Sede, un jesuita le facilitó una serie de documentos en los que se da cuenta de la participación de esa orden religiosa en la Guerra Cristera.


Frente a la verdad, represalias

La católica es una Iglesia que, afortunadamente, no se reduce a las cúpulas, de pronto hay en ella gente muy honorable. Por ejemplo, el archivo secreto del Vaticano me lo confiaron unos sacerdotes porque consideraban que lo que ocurría dentro de la Iglesia es una ignominia para ella, señala el investigador en entrevista con La Jornada.


“Eso habla de que hay sacerdotes en una posición muy difícil, porque si se atreven a hablar, los revientan, como fue el caso de Antonio Roqueñí (fallecido en 2006), quien llevó el caso de los Legionarios de Cristo a Roma, y Norberto Rivera lo cesó como abogado de la Arquidiócesis de México.


Otro ejemplo de esas represalias, indica, es el del también ya finado Guillermo Schulenburg, quien fue abad de la Basílica de Guadalupe durante 33 años, a quien pusieron pinto y lo sacaron de la jugada cuando dijo que no existía el milagro guadalupano, que el ayate era una pintura. Todo eso nos demuestra que la iglesia institucional no soporta la verdad, pero afortunadamente en ella hay gente digna.


En su más reciente libro, La iglesia del silencio. De mártires y pederastas, que ya se encuentra disponible en librerías, Fernando M. González aborda dos temas polémicos que sitúan a la Iglesia católica como una de las instituciones más avezadas en el arte más depurado del cinismo y del trastocamiento de los datos.


El primero de esos temas tiene que ver con la manera como esa iglesia transfigura la historia de la Guerra Cristera y beatifica, 70 años después, a una serie de mártires.


Con ello, explica, el episcopado actual borra la actuación de su antecesor de hace siete décadas, el cual, por cierto, había ya intentado desaparecer desde el primer momento las huellas de su participación.


El especialista, adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, afirma que el gran drama de aquellos civiles que lucharon y murieron para defender su religión, durante la guerra que tuvo lugar en México entre 1926 a 1929, es que nunca entendieron que desde el primer momento fueron empujados a una lucha armada en la que la Iglesia mantuvo siempre una posición ambigua.


Señala que una vez que dejó de ser perseguida, la Iglesia buscó recrear la persecución y deshacerse de las huellas de pólvora que había en sus manos, dejando, eso sí, las manchas de sangre que la bañaron.


Para ello, agrega, se valió de la beatificación de sus mártires, a los cuales siempre definió como gente de paz, si bien hay varios que no sólo murieron por Cristo Rey, sino que mataron por él. Es un intento de borrar y resignificar la historia.


En la segunda parte del volumen, en tanto, el investigador no sólo analiza la muerte, la exaltación y la desacralización de Marcial Maciel, sino que desentraña los mecanismos de lo que él llama la hipocresía institucional de la Iglesia católica en relación con la sexualidad, no sólo en México, sino a nivel estructural.


Aproveché que el caso Maciel había transcurrido 12 años en los medios de comunicación y eso permitía ver el comportamiento eclesiástico de manera inédita, como ejemplo paradigmático de cómo procede la institución, cómo da cuenta de esos actos y cómo intenta borrarlos a toda costa, puntualiza.


El caso Maciel es muy importante, porque abarca desde la cúpula hasta la base. Uno puede ver en él toda la red de complicidades. Es un testimonio de cómo (la Iglesia) transfigura la sexualidad, cómo busca el secreto y los mecanismos más terribles y cínicos, entre ellos deslocalizar al pederasta y diseminarlo en la siguiente parroquia sin avisar de quién se trata, con tal de proteger a la institución y al sacerdote por encima de las víctimas y los familiares.


Tira la piedra y esconde la mano


De acuerdo con Fernando M. González, el de la Iglesia católica es un proceder en el que primero tira la piedra y luego esconde la mano y trata de ocultar la información.


La Iglesia no tiene especial probidad como institución cupular en ser honesta, nunca se le dio por la verdad histórica ni por la ética en serio. Sin embargo, hay personas que la vuelven creíble porque se la creen, teólogos y otros religiosos que se la juegan cotidianamente con honestidad; eso hace creíble a la institución. Hay gente justa en ella, aunque los que tienen el poder generalmente no son los justos, concluye el autor.


“No creo ser un comecuras; estimo bastante a algunos sacerdotes amigos. Lo que trato de ser es un historiador lo más crítico posible, y para ello me sustento en documentos que ayuden a comprender esta complejísima realidad mexicana. Son historias que aún no terminan de pasar.”


ENLACE


ESTO QUE HAS VISTO, DIFÚNDELO...




2 comentarios :

Noticias Eclaesiales dijo...

Recomendamos esta entrevista con la hija de Maciel acerca de la visita apostólica

Acerca de la visita apostólica a los legionarios


Recomendamos esta opinión:

Hablemos de lealtad

Sapiens nihil affirmat quod non probet. El sabio no afirma nada que no pueda probar.

Anónimo dijo...

Lei la entrevista y digo qu emonja tan manchada despues de lo que hizo pero que se puede esperar solo les pasoo lo que dijo crtisto en Mateo 23ENTONCES habló Jesús á las gentes y á sus discípulos,
2 Diciendo: Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los Fariseos:
3 Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardad lo y haced lo; mas no hagáis conforme á sus obras: porque dicen, y no hacen.
4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover.
5 Antes, todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres; porque ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;
6 Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas;
7 Y las salutaciones en las plazas, y ser llamados de los hombres Rabbí, Rabbí.
8 Mas vosotros, no queráis ser llamados Rabbí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos.
9 Y vuestro padre no llaméis á nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos.
10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.
12 Porque el que se ensalzare, será humillado; y el que se humillare, será ensalzado.
13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni á los que están entrando dejáis entrar.
14 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque coméis las casas de las viudas, y por pretexto hacéis larga oración: por esto llevaréis mas grave juicio.
15 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del infierno doble más que vosotros.
16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Cualquiera que jurare por el templo es nada; mas cualquiera que jurare por el oro del templo, deudor es.
17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, ó el templo que santifica al oro?
18 Y: Cualquiera que jurare por el altar, es nada; mas cualquiera que jurare por el presente que está sobre él, deudor es.
19 ¡Necios y ciegos! porque, ¿cuál es mayor, el presente, ó el altar que santifica al presente?
20 Pues el que jurare por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;
21 Y el que jurare por el templo, jura por él, y por Aquél que habita en él;
22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por Aquél que está sentado sobre él.
23 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es á saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro.
24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!
25 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque limpiais lo que está de fuera del vaso y del plato; mas de dentro están llenos de robo y de injusticia.
26 ¡Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera se haga limpio!
27 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque sois semejantes á sepulcros blanqueados, que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad.
28 Así también vosotros de fuera, á la verdad, os mostráis justos á los hombres; mas de dentro, llenos estáis de hipocresía é iniquidad.
29 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,
30 Y decís: Si fuéramos en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre de los profetas.
31 Así que, testimonio dais á vosotros mismos, que sois hijos de aquellos que mataron á los profetas.
32 ¡Vosotros también henchid la medida de vuestros padres!
33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿cómo evitaréis el juicio del infierno?

Publicar un comentario

LO MAS VISITADO DE LA SEMANA PASADA