miércoles, 5 de agosto de 2009

Ellos parecían buenos cristianos

. miércoles, 5 de agosto de 2009

Miércoles 05 de Agosto del 2009

Al papá de la quinceañera se lo llevaron como “manso cordero”, al igual que a más de 30 detenidos. Nadie opuso resistencia. No hubo disparos

Al papá de la quinceañera se lo llevaron como “manso cordero”, al igual que a más de 30 detenidos. Nadie opuso resistencia. No hubo disparos.


Con base en datos de inteligencia, la Policía Federal supo que en el templo del Perpetuo Socorro, en Apatzingán, estaría un miembro poderoso de La Familia Michoacana.


Apenas habían transcurrido 15 minutos de la misa cuando irrumpieron en el templo más de 200 agentes federales encapuchados y con armas de alto poder. Buscaban a Miguel Ángel Beraza, La Troca.


“Se veían buenos cristianos”, recuerda el presbítero Vicente Soto, quien oficiaba la ceremonia. Aunque se le hizo “sospechoso” que la festejada tuviera muchos invitados —más de 200— y que el papá se viera “ricachón”.


“Entraron derechito a donde estaba el papá de la quinceañera. Luego luego se fueron hacia él. Él vio eso y no opuso resistencia, como manso cordero se fue con ellos”, relata el sacerdote Soto Suárez.


En unos minutos, los federales separaron a hombres de mujeres y niños. Les dieron la orden de tirarse en el suelo boca abajo; revisaron sus pertenencias, tomaron sus celulares y cámaras fotográficas. Les pidieron calma. A los varones los llevaron al atrio.


De 80 años, con diabetes y presión alta, el sacerdote hizo gran esfuerzo por no inquietarse. Cuando pidió razón de la presencia de los federales, uno de ellos le dijo: “No sé por qué este señor (La Troca), si sabe que andamos tras él, se mete aquí. Teníamos que venir”.


El templo del Perpetuo Socorro no tiene un sacerdote encargado; los religiosos se turnan para oficiar misa e impartir los sacramentos. Pero no sólo en eso están de acuerdo.


“Orejas” en los templos

Entre los sacerdotes de la zona hay “consenso” para abordar sólo temas religiosos en las homilías: no se habla de problemáticas sociales, menos de delincuencia o narco. Porque con una experiencia de 52 años de sacerdocio en una tierra donde la violencia es cotidiana, se tiene que cuidar hasta lo que se dice.


“En las iglesias están las orejas. No sólo de parte de unos, sino de parte de otros”, asegura. No todos van a persignarse ni a oír misa. Algunos feligreses entran con cámara de video y llevan un registro de lo que se dice.


Para el sacerdote, esos son los “fieles cristianos” que se desviaron del buen camino porque la Iglesia no ha cumplido su labor de promover los valores cristianos ni el Evangelio.


Por perseguir a uno de esos cristianos que desviaron su camino, retuvieron a casi 200 personas durante siete horas y se llevaron detenidos a más de 30.


El presbítero recuerda que la mayoría sufrió de crisis nerviosa, sed y sofoco. Un grupo de agentes compró agua y refrescos.


Algunas mujeres no paraban de llorar; los agentes ordenaron a todos que se tiraran otra vez al suelo. Pensaron que los iban a matar. Luego pidieron que se sentaran. Sólo así lograron calmarlos, mientras los varones eran transportados en camionetas.


A las dos de la madrugada, los agentes terminaron el operativo. La orden para mujeres y niños fue contundente: permanecer quietos 15 minutos y después salir tranquilamente.


En el alboroto se perdieron las limosnas. “Quién sabe quién sería (el que se las llevó)”, dice con resignación el padre Soto Suárez.


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