Lunes 20 de julio del 2009
Han concluido las elecciones del 5 de julio y el panorama en nuestro país es positivo. Si bien el proceso electoral aún sigue en marcha hasta resolver la última de las impugnaciones que han presentado los candidatos y sus partidos, las que por cierto son escasas, atrás han quedado los gritos de fraude electoral para dar lugar a una civilidad política en donde el Instituto Federal Electoral es garantía de que los votos se cuentan bien. Hemos avanzado un peldaño más en nuestro proceso democrático. Ahora la sociedad está ávida de resultados y soluciones a los retos que nuestro país enfrenta.
Por ello es tiempo de que los partidos políticos delineen los temas que deberán conformar la agenda legislativa de sus grupos parlamentarios en la LXI Legislatura del Congreso de la Unión, y para ello no se requiere hacer un estudio muy profundo de lo que México necesita, ya que se trata de problemas que han venido siendo abordados desde hace algún tiempo.
Considero que en primer lugar la atención de la próxima legislatura debiera centrarse inmediatamente en las medidas urgentes para paliar los efectos de los problemas económicos del país y que se potenciarán de cara a una ley de ingresos y presupuesto de egresos con muy poco margen de maniobra.
En el ámbito de la modernización del propio Poder Legislativo federal se encuentran medidas como la reducción de sus integrantes, fortalecimiento de las comisiones de trabajo, modernización de su marco normativo y ampliación de los periodos de sesiones, entre otras medidas.
En cuanto a nuestro sistema político se contempla analizar la viabilidad de las candidaturas independientes y/o ciudadanas, permitir la reelección inmediata de legisladores y ayuntamientos, crear la figura de revocación de mandato en nuestro orden jurídico y la aprobación legislativa de los nombramientos que el Ejecutivo haga de los titulares de la Segob, SRE y SHCP, entre otros puntos.
En este sentido, con base en los resultados del 5 de julio el Partido Revolucionario Institucional es el principal obligado en responder con hechos a la ciudadanía, ya que no debe de olvidar que 12 años le costó recobrar la confianza de la sociedad para que ésta decidiera de nueva cuenta concederle la mayoría en diversos órganos del Estado mexicano. La exigencia de resultados es un llamado dirigido al tricolor.
Dirigencia nacional, coordinadores parlamentarios y gobernadores trabajaron a favor de su partido, pero el triunfo verdadero es de los millones de priístas convencidos que operaron a favor del tricolor; que no lo pierdan de vista, el triunfo es de todos y no de unos cuantos.
Por esa razón el llamado debe de ser a trabajar en el marco de la ley, quien quiera contribuir a la construcción de una nación más justa y competitiva, que garantice la paz y la tranquilidad, donde se generen más empleos para vivir y progresar, tiene que hacerlo en el marco de nuestras normas. Por ello no se debe de permitir la intromisión del clero político en los asuntos públicos, ya que como lo señaló el gobernador de Veracruz Fidel Herrera Beltrán, la concordia nacional depende de la aplicación de las leyes laicas que iniciaron mexicanos insignes como Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora, y que culminaron un cuarto de siglo después Benito Juárez y los prohombres de la Reforma Liberal. No hay pretexto que valga, a todos nos corresponde exigir la observancia rigurosa de esas leyes.
¿A qué se refiere el gobernador Herrera con leyes laicas? Seguramente usted y yo lo tenemos muy claro, pero vale la pena recordarlo. En julio de 1859 al promulgar las Leyes de Reforma, el gobierno liberal estableció la independencia del Estado de la Iglesia con la separación de los asuntos políticos de los religiosos, de los eclesiásticos de los civiles; se suprimió al Estado confesional y se sentaron las bases de un Estado laico y se crearon el matrimonio y registro civil y se secularizaron los cementerios.
"Con ello se abrieron las ventanas de México para hacer circular en su interior los vientos de las libertades de expresión, de creencias, de pensamiento y de trabajo. A partir de entonces se impulsó al país a través de una educación laica y popular, libre y democrática", destacó el experimentado parlamentario Fidel Herrera.
Desde que México nació a la vida independiente ha tenido que convivir con un clero político difícil por decir lo menos. Los siglos XIX y XX fueron escenario de luchas armadas entre los seguidores de la actividad política de la cúpula católica y los defensores de las instituciones republicanas legítimamente constituidas.
En la guerra de Reforma el gobierno tuvo que luchar para combatir los fueros y privilegios de un clero que era dueño prácticamente de la mitad del territorio nacional y de organizaciones privadas que daban cuenta del nacimiento y defunción de los mexicanos, o bien, que servían de entes crediticios. Por esa razón, personajes como Lerdo, Iglesias y Lafragua encabezados por Benito Juárez hicieron efectivo el principio ahora constitucional del Estado laico.
Para nadie es extraño que permanentemente cardenales, arzobispos y obispos declaren sobre temas que a todas luces no están dentro de su ámbito de competencia. El principio bíblico de Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios ha pasado a segundo término, puesto que la cúpula eclesiástica ha intervenido, incluso con favores cuando menos controvertidos en la política mexicana o de sus gobernantes, como fue bien sabido el caso del expresidente Fox.
Es en este marco que el clero ha querido presionar irresponsablemente al Congreso de la Unión, en asuntos que son de vital importancia para los mexicanos que no pueden ser tratados sobre las rodillas. Por ello los artículos 130, 24 y 3 constitucionales deben de seguir siendo principios fundamentales del Estado mexicano.
¿Qué mejor forma de conmemorar el sesquicentenario de la promulgación de las Leyes de Reforma que haciéndolas vigentes ahora más que nunca? Por ello es digno de destacar lo expresado por el gobernante veracruzano en el sentido de que en el contexto actual de la realidad de nuestro país analizar y recuperar la importancia de las Leyes de Reforma adquiere un mayor significado.
Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que a partir de septiembre próximo el Poder Legislativo nos va a sorprender positivamente. He revisado cuidadosamente la lista de los candidatos triunfadores bajo el principio de mayoría relativa y de los presuntos diputados de representación proporcional, y puedo decirle amable lector que se trata de mujeres y hombres que están a la altura de las circunstancias de la República.
camachovargas@prodigy.net.mx
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