Un grupo de hermosa mujeres empiezan a bailar y a mover su cuerpo de una manera que atrae a los hombres que van transitando cerca, ellos se detienen, observan y se van llenando de entusiamos y asombro, mismo que podemos ver en su rostro con la boca abierta ó aplaudiendo al riitmo de la música.
Todo esto ocurre en un escaparate situado en la vía pública sobre la zona roja de Ámsterdam, un espectáculo habitual en una región que la ciudad denominó “zona roja” debido a que desde hace mucho tiempo está confinado a la prostitución.
Todo marcha bien, con risas y alegria en sus rostros, hasta aquí la campaña ha funcionado. En el final vemos la satisfacción de los clientes demoronarse con un desconcierto, al aparecer un letrero que dice:
“Cada año, miles de mujeres reciben una propuesta de una carrera como bailarina en el oeste de Europa. Tristemente, terminan aquí. Alto al tráfico de personas.”
Ahora ya no saben que hacer, su rostrolo dice todo es confusión del desconcierto de una realidad conocida, pero que cotidianamente evaden, ignoran y sepultan entre las inmensas ganancias que arroja este negocio.
LA MUJER DE PÚRPURA
Todo esto ocurre en un escaparate situado en la vía pública sobre la zona roja de Ámsterdam, un espectáculo habitual en una región que la ciudad denominó “zona roja” debido a que desde hace mucho tiempo está confinado a la prostitución.
Todo marcha bien, con risas y alegria en sus rostros, hasta aquí la campaña ha funcionado. En el final vemos la satisfacción de los clientes demoronarse con un desconcierto, al aparecer un letrero que dice:
“Cada año, miles de mujeres reciben una propuesta de una carrera como bailarina en el oeste de Europa. Tristemente, terminan aquí. Alto al tráfico de personas.”
Ahora ya no saben que hacer, su rostrolo dice todo es confusión del desconcierto de una realidad conocida, pero que cotidianamente evaden, ignoran y sepultan entre las inmensas ganancias que arroja este negocio.
LA MUJER DE PÚRPURA
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