20 de abril de 2018 19:33
Cinco años tenía José (nombre protegido) cuando era abusado sexualmente por el sacerdote cuencano Germán V. Este hecho ocurrió en el 2015 y el pasado 11 de abril fue condenado a 13 años y cuatro meses de prisión.
La denuncia fue presentada por la madre del menor. Un equipo especializado de la Fiscalía de Azuay investigó el caso y confirmó que el niño fue abusado –durante cinco meses en varias ocasiones- dentro de su vivienda, ubicada por el sector de El Arenal.
El sacerdote estaba a cargo de una iglesia de esa zona, por lo que era conocido por la familia del niño. De acuerdo con el proceso, el religioso visitaba con frecuencia la casa del menor de edad porque sabía que pasaba solo y sin la vigilancia de un adulto.
Ese reconocimiento, el testimonio anticipado del niño, la versión de la madre y de una menor de edad que supuestamente presenció los hechos fueron parte de las pruebas que presentó el fiscal, Fernando Sánchez, quien manejó este caso.
En la audiencia de juicio, que se cumplió el 4 y 5 de abril del 2018, en una de las salas de la Corte de Justicia de Azuay, también se presentaron los resultados de los informes médicos y sicológicos del niño, de los movimientos migratorios del sentenciado, entre otros documentos.
El Código Orgánico Integral Penal sanciona el abuso sexual (sin que exista penetración o acceso carnal) con una pena privativa de libertad de entre siete y 10 años, pero el Tribunal de Garantías Penales le impuso 13 años con cuatro meses por los agravantes encontrados, como la edad de la víctima.
Además, deberá pagar USD 2 000 para reparación de la víctima. Joffre Astudillo, sacerdote y secretario de Comunicación de la Arquidiócesis de Cuenca, dijo que al conocerse el caso el papa Francisco, ordenó su separación definitiva de la iglesia católica.
Cuando se inició el proceso judicial, el sacerdote servía en la parroquia rural de Tarqui. Pero al irse confirmando las denuncias, desde hace tres años, Germán V., fue separado de la iglesia católica y de toda la labor pastoral. Él se había ordenado como sacerdote un año antes de cometer el delito. En la actualidad, tiene 60 años.
Astudillo pidió perdón a las víctimas por el error cometido por Germán V., y repitió las palabras del Papa: “los pecados se perdonan, pero los delitos tienen que pagarse y no estamos para encubrir en ese tema a nadie”.
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