5 JUL 2013 - VATICANO
El papa Francisco no solo no se va de veraneo a Caltel Gandolfo, sino que imprime a cada decisión un gesto de ruptura, si no radical, sí significativo con respecto al pasado. Este viernes ofreció dos. En su primera encíclica -- Lumen Fidei (La luz de la fe), escrita junto a Joseph Ratzinger—, Jorge Mario Bergoglio se refiere al matrimonio como una “unión estable” entre un hombre y una mujer. La sustitución de la palabra “indisoluble” no supone, según fuentes vaticanas, una restructuración del sacramento, pero sí un acercamiento a los católicos separados o divorciados que desean seguir en la fe de la Iglesia. El segundo gesto llegó con la decisión de elevar a los altares a Juan XXIII, “el papa bueno” a pesar de que aún no cuenta con el segundo milagro necesario. De esta forma, Francisco consigue que la vertiginosa canonización de Juan Pablo II, cuyos 27 años de papado están salpicados de sombras, se vea suavizada por la compañía y el ejemplo de Juan XXIII.
El segundo milagro de Juan Pablo II. / ATLAS
Nadie discute el carisma del polaco Karol Wojtyla (1920-2005), pero tampoco se puede olvidar que durante su pontificado el Vaticano no atajó el gran problema de la pederastia, encubrió hasta el final los desmanes de Marcial Maciel –el fundador de los Legionarios de Cristo— y las luchas de los distintos sectores de la curia en torno al poder y al dinero del banco se convirtieron en un mal endémico. Tan es así que Benedicto XVI, aunque hizo amago de poner orden en la Santa Sede –la expulsión de Maciel y la guerra a la pederastia son dos ejemplos--, termino renunciando al papado abrumado por los escándalos. De ahí que la decisión de Francisco de canonizar también a Angelo Roncalli (1881-1963) sea una manera muy diplomática de zanjar el asunto. Antes de fin año, en una ceremonia conjunta, la Iglesia concederá oficialmente la santidad a un papa indiscutible y a otro muy discutido.
El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, dijo que, con respecto a la canonización de Juan XXIII, el papa “tiene la capacidad de dispensar la necesidad de un segundo milagro”. En el caso de Juan Pablo II se le atribuye la curación en 2011 de una monja francesa que padecía la enfermedad de Parkinson y de una mujer costarricense. Además, Francesco también aprobó la beatificación de Álvaro del Portillo, el prelado del Opus Dei que sucedió a Josemaría Escrivá de Balaguer, y el reconocimiento como mártires de 42 religiosos “asesinados por odio a la fe” durante la Guerra Civil española.
El anuncio de la proclamación como santos de Juan XXIII y Juan Pablo II se produjo solo un par de horas después de la presentación oficial de la primera encíclica del papa Francisco, que es también la última de Benedicto XVI. La redacción de los cuatro capítulos de Lumen Fidei (La luz de la fe) refleja el marcado estilo de Joseph Ratzinger y, de hecho, Jorge Mario Bergoglio reconoce que su predecesor "ya había completado prácticamente" el texto: "Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo algunas aportaciones". La encíclica, que reclama la vigencia de la fe frente a la "verdad tecnológica", se refiere en un pasaje al matrimonio como una "unión estable [no utiliza la palabra indisoluble] de un hombre y una mujer", y añade: "La bondad de la diferenciación sexual permite a los cónyuges unirse en una sola carne".
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/05/actualidad/1373024001_324964.html
El papa Francisco no solo no se va de veraneo a Caltel Gandolfo, sino que imprime a cada decisión un gesto de ruptura, si no radical, sí significativo con respecto al pasado. Este viernes ofreció dos. En su primera encíclica -- Lumen Fidei (La luz de la fe), escrita junto a Joseph Ratzinger—, Jorge Mario Bergoglio se refiere al matrimonio como una “unión estable” entre un hombre y una mujer. La sustitución de la palabra “indisoluble” no supone, según fuentes vaticanas, una restructuración del sacramento, pero sí un acercamiento a los católicos separados o divorciados que desean seguir en la fe de la Iglesia. El segundo gesto llegó con la decisión de elevar a los altares a Juan XXIII, “el papa bueno” a pesar de que aún no cuenta con el segundo milagro necesario. De esta forma, Francisco consigue que la vertiginosa canonización de Juan Pablo II, cuyos 27 años de papado están salpicados de sombras, se vea suavizada por la compañía y el ejemplo de Juan XXIII.
El segundo milagro de Juan Pablo II. / ATLAS
Nadie discute el carisma del polaco Karol Wojtyla (1920-2005), pero tampoco se puede olvidar que durante su pontificado el Vaticano no atajó el gran problema de la pederastia, encubrió hasta el final los desmanes de Marcial Maciel –el fundador de los Legionarios de Cristo— y las luchas de los distintos sectores de la curia en torno al poder y al dinero del banco se convirtieron en un mal endémico. Tan es así que Benedicto XVI, aunque hizo amago de poner orden en la Santa Sede –la expulsión de Maciel y la guerra a la pederastia son dos ejemplos--, termino renunciando al papado abrumado por los escándalos. De ahí que la decisión de Francisco de canonizar también a Angelo Roncalli (1881-1963) sea una manera muy diplomática de zanjar el asunto. Antes de fin año, en una ceremonia conjunta, la Iglesia concederá oficialmente la santidad a un papa indiscutible y a otro muy discutido.
El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, dijo que, con respecto a la canonización de Juan XXIII, el papa “tiene la capacidad de dispensar la necesidad de un segundo milagro”. En el caso de Juan Pablo II se le atribuye la curación en 2011 de una monja francesa que padecía la enfermedad de Parkinson y de una mujer costarricense. Además, Francesco también aprobó la beatificación de Álvaro del Portillo, el prelado del Opus Dei que sucedió a Josemaría Escrivá de Balaguer, y el reconocimiento como mártires de 42 religiosos “asesinados por odio a la fe” durante la Guerra Civil española.
El anuncio de la proclamación como santos de Juan XXIII y Juan Pablo II se produjo solo un par de horas después de la presentación oficial de la primera encíclica del papa Francisco, que es también la última de Benedicto XVI. La redacción de los cuatro capítulos de Lumen Fidei (La luz de la fe) refleja el marcado estilo de Joseph Ratzinger y, de hecho, Jorge Mario Bergoglio reconoce que su predecesor "ya había completado prácticamente" el texto: "Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo algunas aportaciones". La encíclica, que reclama la vigencia de la fe frente a la "verdad tecnológica", se refiere en un pasaje al matrimonio como una "unión estable [no utiliza la palabra indisoluble] de un hombre y una mujer", y añade: "La bondad de la diferenciación sexual permite a los cónyuges unirse en una sola carne".
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/05/actualidad/1373024001_324964.html
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